Más que en un destino turístico, La Montañona, se ha convertido en una verdadera alternativa de preservación para distintas especies de animales y para una amplia variedad de flora local, por lo que, con el pasar de los años se ha transformado en un extenso pulmón que, gracias a su elevación, provee además oxigeno y agua para las siete municipalidades que le rodean en sus amplias faldas.
La Montañona posee una extensión territorial de 2,700 manzanas en el centro de un anillo circular formado por los municipios de Las Vueltas, La Laguna, Comalapa, Concepción Quezaltepeque, Chalatenango, El Carrizal y Ojos de Agua, todos, ubicados en el departamento de Chalatenango.
Para El Salvador representa uno de los pocos bosques originales de coníferas, que en Centro América, conforman la eco región Pino – Roble. Esto es de suma importancia para la biodiversidad, ya que alberga una serie de especies, tanto de flora como de fauna, ya consideradas en etapa de extinción y degradación. Esto a partir de su diversidad de ecosistemas húmedos y de temperaturas templadas y frescas durante los meses de diciembre a febrero.
Área natural protegida, entre los 900 a 1,650 msnm, que constituye un bosque mixto de Pino – Roble – Liquidambar, de forma continua, en su mayoría de tenencia privada. Probablemente existen más de 150 especies de aves, pero solo se ha logrado documentar 133, de las cuales 25 son migratorias; además de 193 especies de animales entre los que podemos mencionar: Cotuzas, Armadillos, Conejos, Gatos silvestres y Coyotes. Con un poco de suerte, si realizas silenciosas caminatas es posible encontrarnos con el misterioso Puma, con el imponente Rey Zope o si prefieres, puedes caminar de prisa y ahuyentar a las Charas Americanas que hay por bandadas.
La Montañona, otrora retaguardia de las fuerzas insurgentes, todavía esconde en su inmenso bosque mil y una historias de bombardeos, combates y una radio guerrillera que funcionó en varios «tatus» o refugios subterráneos al estilo vietnamita. En la guerra civil (1980-1992), la zona fue escenario de cruentos combates. La Radio Farabundo Martí transmitía desde un escondite cavado tres metros bajo tierra a semejanza de los túneles del Vietcong, los cables de las antenas eran escondidos entre las cortezas de los árboles, la RFM se convirtió en una leyenda que ahora cobra vida en un lugar conocido como El Roble desde donde se hacían tres transmisiones diarias.
En toda el área se ha diseñado un espacio para el ecoturismo, con senderos para caminar guiados por los guardarecursos, espacios para acampar y/o cabañas, túneles para explorar y miradores naturales hacia diferentes puntos de El Salvador, con el propósito de rescatar la memoria colectiva, donde aún resuenan las voces de los locutores informando sobre los enfrentamientos y la situación del país.
Al recorrer los senderos encontramos enormes cráteres dejados por las bombas, aún existen árboles perforados por esquirlas de mortero, si miras con atención encontrarás rastros de los ataques dirigidos a la RFM. El cilindro vacío de una de esas bombas, descansa en el lugar y ahora se usa como campana en la escuela local.
Este sitio es una referencia histórica y permite realizar el «turismo guerrillero», el cual puedes realizar a través de un operador local para mayor comodidad y seguridad. Acompáñanos a descubrir este maravilloso destino que combina historia y naturaleza, definitivamente, una experiencia inolvidable.
